Hace unos días aprobé el examen teórico de conducir. Al
enterarme de la noticia lo primero que pensé fue que ya podía empezar las
prácticas, así que sin pensármelo dos veces al día siguiente bajé a hablar con
mi profesor para ver cuando podía comenzar.
Ayer fue mi primera clase, y ya podría decir que soy un
peligro al volante (os recomiendo que no salgáis de vuestras casas sobre las
19:30 los días de diario). Reflexionando por la noche me di cuenta de que
contaros como fue mi primera clase sería interesante para empezar con el blog,
así que allá vamos.
Bajé muy decidido a la autoescuela, allí estaba mi profesor
esperándome, fuimos hasta el coche mientras me preguntaba si alguna vez había
conducido, por mi cara de pánico era obvio que no. Cuando llegamos me dio las
llaves y me empezó a explicar todo lo que tenía que hacer, he de decir que
parecía fácil antes de que me sentara delante del volante. Al rato empezamos a
sacar el coche, me costó lo suyo, pero al final lo conseguí. Todo iba bien
mientras íbamos por las calles de Móstoles, y me di cuenta de que tenía un
serio problema con el embrague, que me parece la cosa más horrible de este
mundo, el problema es que se me olvida utilizarlo. Inesperadamente una conocida
de mi profesor le llamó.
- Hola Benito, ¿estás haciendo algo?
- Estoy dando clase con un chico que ha empezado
hoy.
- Ah vaya, es que tenía que ir a San José de
Valderas, pero si estás dando clase nada.
- Da igual, vamos a recogerte y te llevamos.
¿¡QUÉ!? ¿ME VA A METER POR CARRETERA EN MI PRIMERA CLASE? ¿ESTAMOS
LOCOS?
No sabía si iba a salir con vida después de la clase. Fuimos hacia allí
y yo estaba flipando cuando miraba que iba a 80km/h, parece que no, pero la
velocidad se nota. Mientras íbamos mi profesor me decía ‘quién le diría a
Carlos que en su primera clase iba a ir tan lejos’, y yo me reí mientras
mi cara era algo así:
Lo divertido fue al volver, seguía teniendo problemas con el
embrague, maldito hijo de puta, pero ir por calles que no había visto nunca me ponía aún más
nervioso, y se me olvidaba poner los intermitentes, mirar por los retrovisores,
vamos, que lo único que hacía era darle al freno y al acelerador. Al salir de
una rotonda casi nos chocamos, eso sí que fue gracioso, pensaba ‘mira, mi
primera clase y casi me estampo, bravo’.
A grandes rasgos puedo decir que me lo pasé bien, aunque sé
que soy un topo conduciendo y que tengo muchas clases por delante, en las que
espero no atropellar a ninguna viejecita que vaya a hacer la compra al súper
del barrio.
¡Hasta pronto!